jueves, 1 de septiembre de 2016

Sueño de una noche de verano

Estaba siendo una noche rara de principios de septiembre. En el cielo oscuro propio de la medianoche flotaban dispersos varios nubarrones rosáceos que de cuando en cuando, amenazaban lluvia.
La brisa de finales de agosto nos regalaba un aroma suave a césped recién cortado y a tierra mojada, mientras el silencio sólo se rompía por el canto de los grillos y el regar de los aspersores.
Tumbados bocarriba, estábamos más juntos de lo que cabía esperar. Juraría que  tu brazo izquierdo me recorría el contorno, y que ese conato de abrazo significa más en tu cabeza. Yo me distraía, con la mano en tu pelvis, observando el árbol bajo el que nos habíamos cobijado.
La luz de una farola se filtraba a través de las ramas y las hojas; unas hojas que encontraba perfectas y simétricas, de un verde primavera en pleno declive veraniego. Se mecían por el viento, murmurando cosas sobre nosotros y sobre una luna que no terminaba de asomar.
Llevábamos rato sin mediar palabra, el uno junto al otro, fingiendo no dar importancia a los escasos centímetros que nos separaban, cuando sin previo aviso, un escalofrío me percata de que podía pecar un poco más de picardía.

-Tengo un poco de frío.- comento mientras fuerzo aún más la tiritona. Y así, con la lentitud propia de la ternura, me abrazas fuerte, mientras murmuras, para mi deleite: "Como desees."