martes, 5 de noviembre de 2013

Mono

Quiero fumar.
 Pensaba que sería capaz de controlar las ganas, pero es que últimamente me muero por darle una calada a un cigarro.
 Es como tener hambre o sed, mi cuerpo me pide tabaco y no debo dárselo, pero el vacío que me provoca es cada día más grande. Me entra la ansiedad sólo de pensar  que no voy a volver a fumar nunca más, pero tengo que distraerme, tengo que dejar la mente en blanco. Podría entretenerme con la comida, pero sólo me faltaba engordar. De momento las pipas y las series por Internet funcionan, pero joder que ganas tengo de tener un pitillo en la boca.
Echo mucho de menos el sabor del filtro, el sonido del mechero al encenderse y la primera calada. 
Ah... 
Esa primera calada que te inunda  el cuerpo de humo y la sangre de nicotina, que consigue en un suspiro darte ese toque elegante y poderoso que sólo los cigarros saben otorgar.
Amigos míos, estoy que me fumo encima.
 El otro día me echaron el humo sin querer y se me subió el mono, el gorila y toda la línea evolutiva del homo sapiens, pero joder, no fue culpa mía...
Quiero fumar, y ¿sabéis lo peor? Que soy totalmente consciente de que si fumo el tabaco acabará conmigo.

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