jueves, 1 de marzo de 2012

Olor a mojado

Mientras paseabas al perro tras volver de la universidad la lluvia te sorprendió. Al principio eran pequeñas gotas que caían en lugares dispersos de la acera, pero luego llovía con tanta intensidad que el no ponerse a cubierto era una verdadera locura. Cuando quisiste refugiarte bajo el balcón más cercano estabas totalmente empapado y despeinado, por no hablar de que las gotas de agua habían calado tu ropa y se deslizaban por tu espalda.
Hacía mucho que en Madrid no llovía. Los niveles de contaminación en el ambiente estaban empezando a ser preocupantes, pero es lo que tiene vivir en una gran ciudad.
Miras al cielo y, para tu sorpresa, descubres que no esta encapotado del todo. Muchos claros violetas se dejan ver entre unas nubes plateadas que se deslizan por la cúpula celestial empujadas por el viento.
"Que estampa tan bonita" Te da por pensar mientras te rascas la nariz con el dedo índice.
Todo parece calmarse. Por un momento el mundo ha dejado de moverse para que tú pudieras suspirar y llenar tus pulmones de un aire cálido y húmedo que trae consigo una fragancia embriagadora a tierra mojada.
Los coches te deslumbran con sus miradas cegadoras y pareces entender, resignado, que tus pies han vuelto a la Tierra.
"Algún día echaré a volar, y lo haré tan alto y a tanta distancia que me mirareis desde abajo envidiando mi extrema libertad"
¿Qué son las promesas? Nada, papel mojado. ¿Qué son tus propias promesas? Nada, destellos de tus sueños incumplidos. ¿Hacia donde te diriges? Lo desconozco, pero olerá siempre a mojado.

2 comentarios:

  1. Llueve sobre mojado.
    Bonita entrada ^_^

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  2. Las promesas de uno mismo no deberían ser nunca 'nada', ni sueños incumplidos.
    Hay que echarle cojones!

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