miércoles, 6 de febrero de 2013

Siempre listos para tolerar

Siempre he tenido la firme opinión de que entrar en el mundo de los scouts ha sido lo mejor que me ha podido pasar. Además de aprender un montón de cosas y de desarrollarme como persona, he conocido a muchísima gente que me ha ido ayudando a lo largo de mi vida de diversas maneras.
Quizá sea por eso por lo que me llamó tanto la atención un artículo que leí en la prensa el otro día.
Resulta que los scouts estadounidenses tenían pensado acabar con la política antigay que llevan utilizando desde que se fundaron hace unos 103 años. Días después hay otra noticia que cuenta cómo  pretenden aplazar esta decisión hasta mayo tras "una cuidadosa consideración". Para seros sinceros, imagino que las cosas en Yankeelandia, respecto a derechos sociales, no son como en Españistán, pero me alegro bastante de saber que somos mejores en eso.
Personalmente creo que el hecho de que te gusten los hombres o las mujeres no tiene por qué influir en ningún otro ámbito de tu vida que no sea el personal. Cualquier tipo de discriminación en este aspecto me parece absurda y poco práctica, pero bueno, también comprendo que en la vida hay muchos puntos de vista y que el mio no tiene por qué ser ni el mejor, ni el más recomendado.
Esto es algo que he ido aprendiendo principalmente en los scouts  y os contaré por qué:
Afortunadamente tengo la suerte de pertenecer a un grupo en el que hay gente con un modo de vida totalmente dispar al mío. Al principio chocábamos mucho, pero con el tiempo me parece hasta divertido e interesante comparar las diferencias y semejanzas que puede haber entre ellos y yo.
Centrándome en el ámbito de la enseñanza, y dentro de ésta, en los scouts, creo que es importante que coexistan diferentes tipos de personas. Veo hasta necesario que un niño o una niña  vea sin ningún tipo de problema que personas del mismo sexo se pueden enamorar, que alguien con dinero puede entablar amistad con otro alguien con un estilo de vida más precario, o que el hecho de vestir de negro, de chándal o de Zara no sea razón suficiente para no poder reír juntos jugando a un escondite.
Haciendo hincapié  a este último argumento, quiero destacar cómo de importante es la variedad, tanto en los scouts como forma de educación fuera de las aulas, como en cualquier colegio o instituto.
Cuanto más diferentes sean las personas que eduquen a los niños, más maneras de ver la vida tendrán y más preparados estarán para hacer frente a los problemas que ésta les depara.
En referencia a la homosexualidad, es algo que siempre ha existido y que siempre existirá, por mucho que la gente intente ocultarlo. Lo único que va cambiando con el tiempo es la forma de afrontar esta elección sexual. Me parece que, lejos de cualquier ideología, hay que tener en cuenta que antes de ser gays o lesbianas, son personas humanas que sienten y padecen, y que por tanto merecen el mismo respeto que se le dedica al resto del mundo. 
Como podréis imaginar tras haber leído lo que llevo escrito, estoy totalmente a favor de la presencia de homosexuales en los scouts, en las aulas y en cualquier sitio, y ya no sólo de homosexuales. Creo que sería importantísimo para el desarrollo de la sociedad que cohabitasen  personas de lo más asimétricas  las unas con las otras (católicos, musulmanes, judíos, gente de derechas, gente de izquierdas, góticos, pijos, canis, abogados, periodistas, médicos, ingenieros, inmigrantes...) porque no hay nada mejor para salir de la burbuja de nuestro modo de vida que conocer los modos de vida de los demás. 
Así que si el racismo se cura viajando, la intolerancia se combate con respeto que se adquiere abriendo horizontes.

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