domingo, 28 de abril de 2013

Surrealismo

La primavera ha llegado a mi vida en forma de paseo lluvioso por Madrid.
Es todo inaudito, incomprensible, increíble, impensable... y maravilloso. No quiero hacer más comentarios por miedo a gafarlo, pero aún me cuesta creerlo.
Los días se me hacen eternos, las horas se arrastran por el suelo y se agarran a mis tobillos mientras escribo. De vez en cuando levanto la vista y veo a las agujas de aquel reloj de pared detenerse.Con los ojos en blanco intento distraerme, pero mi mente se evade en tus recuerdos y el tiempo me apuñala en agonía.
Es curioso porque el tiempo y yo siempre fuimos aliados en este juego, pero ahora parece que se ha puesto en mi contra.
Me da lo mismo, hay nuevas variables con las que nunca había contado que están a mi lado, observando mi silenciosa desesperación por la rotación de la Tierra.
 No estoy acostumbrado a jugar en este campo, bajo unas reglas que yo no he escrito y un árbitro al que siempre he detestado, pero me veo obligado a poner el balón en el césped mientras bajo la cabeza en señal de sumisión, porque la llama se ha encendido, y aunque el riesgo de quemarse sea muy alto, estoy dispuesto a intentarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario