Un par de mantas arropaban dos cuerpos desnudos, abrazados y durmientes. De vez en cuando cambiaban de posición, entre tiernos besos y suaves caricias. Una de las figuras enterraba su cabeza en el pecho de su compañera mientras inhalaba el olor que ésta desprendía. La mejor música de fondo que pudieron encontrar fue el latido de sus corazones que se aceleraba cada vez que sus bocas se aproximaban. Una de las manos dibujaba "te quieros" en una de las espaldas, la cual recibía los trazos gustosa entre escalofríos.
No fue así como lo imaginaron, no era el lugar ni el momento, pero de que era la persona indicada no había ninguna duda. Un extraño halo de perfección los envolvía. No había cabida para los problemas de la vida. Sólo existían ahora mismo el uno para el otro y el otro para el uno. Cuando la alarma puso fin a aquella primera vez, sus miradas únicamente supieron decir : "la primera de muchas otras"
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