lunes, 25 de enero de 2010

Beatus ille...

El viento golpea el cristal de mi ventana, la noche susurra mi nombre desde lo más negro del cielo nocturno, una siniestra nana mece mis pensamientos y envauca mi alma despertando en ella secretos y pasiones prohibidas.
Las lágrimas chocan contra el suelo, formando un charco de desesperación salada que empapa la tarima lentamente. Ahora NADA tiene sentido, o TODO carece de él.
El sonido se atraganta en mi garganta, un eco sordo desde lo más profundo de mi ser que no consigue convertirse en el grito de auxilio que tanto reclama ser escuchado.
Desconozco el origen de esa fuerza que me atrae hacia tí y que transforma la cruel garra que oprime mi corazon en una suave caricia revitalizadora.
Te concedo el honor de poder utilizarme, mangonearme, torturarme y desollarme, de hacerme feliz, de hablarme, de sacarme una sonrisa, de quererme, de odiarme y de un largo etc.
Te animo a que me hagas daño, a que me causes dolor, a que disfrutes con mi sufrimiento, adelante, contenta mi deseo, solo pongo dos objeciones:
Nunca te separes de mí y sobretodo recuérdame que sigo vivo...

1 comentario: