lunes, 26 de septiembre de 2011

La dama del bosque

Muchos han oído hablar de ella, algunos afirman haberla visto e incluso hay quienes han tenido la oportunidad de compartir unas palabras con ella, pero nadie supo decirme de donde viene ni a donde va.
Dicen que es un espíritu, un alma del más allá que no ha conseguido descansar en paz, o quizá sea una bruja, una hechicera cuyo único fin en la vida sea preparar brebajes y conjurar maleficios. Enseguida se despertó mi curiosidad por aquella joven cuya vida estaba bañada en un aura oscura y siniestra que me atraía cada vez más siempre que dirigía un pensamiento hacia ella. Decidí entonces forzar un encuentro, una recepción sin cita previa y sin lugar concreto, simplemente comprobar la verdadera identidad de aquella ninfa del bosque de la cual me dijeron que solo se dejaba ver en otoño.
Caminaba yo desorientado entre los nudosos troncos de aquel bosque teñido en tonos ocres y dorados, estaba cansado de tanto andar, el olor a húmedo comenzaba a atosigarme y me sentía tremendamente aletargado pero fue en ese instante cuando lo escuché. Una voz, una voz profunda y grave pero a la vez hermosa... Si, ésa es la palabra. Hermosa como el ronroneo de un gato o como el sonido del viento, como el rugido del trueno o el silencio en una cripta. Seguí el sonido totalmente embaucado y fue entonces cuando la hallé, sentada sobre un tocón de roble y con un libro de antigua filosofía entre las manos, una chica de no mucho más de viente años entonando aquella canción melodiosa. Vestía de negro, toda ella era como un borrón de tinta encima de aquel lienzo otoñal. Su tez pálida era increíblemente brillante bajo los últimos rayos del atardecer y su cabello azabache caía sobre sus hombros asemejando a las olas del mar en una noche tormentosa.
Me sentí como Ulises en su Odisea, atado a un mástil para no sucumbir al canto de las sirenas, pero muy despacio me fui acercando hasta quedar a su lado, contemplando a aquel hada recién salida de mis relatos.
Cuando su canción concluyó se dignó a mirarme y al poco tiempo comenzó a hablar.
En ningún momento mencionó lugar de partida ni de regreso, ningún nombre o apodo, simplemente y con extremada cortesía, se dedicó a contestar a mis preguntas y si ya me apasionó con su canción, más anonadado acabé con su vocabulario, elegante, correcto y un tanto rebuscado pero siéndoos sincero en ningún momento hubo necesidad de aclarar nada. Me estoy quedando sin sinónimos pero su forma de ver la vida era increíble, mi curiosidad quedó saciada durante un momento pero ese pensamiento sobre el mundo avivó mi hambre voraz de descubrir lo que se esconde bajo aquella mirada de ojos grandes, y que clase de oscuridad baña su impecable corazón.
Hasta el momento en que todo se revele, me comprometo a no defraudarla, a admirarla por completo y a protegerla de globos plateados y demás instrumentos concupiscientes de látex

1 comentario: