jueves, 21 de marzo de 2013

Algo por lo que volver

Para cuando quiso darse cuenta la rutina le tenía sumido de nuevo en su fuerte abrazo. Los días pasaban sin pena ni gloria.Tal era su punto de aburrimiento que hasta deseaba que comenzaran las clases para distraerse con el temario y sus compañeros.
De las cosas más duras que tiene la soledad es el pasarse las tardes sentado frente al ordenador actualizando todas las redes sociales rascando en forma de comentario algún tipo de contacto con el mundo, pero nada, parecía como si el mundo no quisiese interactuar con él.
Para colmo de males los incipientes rayos de Sol caían cada vez con más fuerza sobre la fortaleza de hielo que se había ido esculpiendo durante el invierno. Las paredes goteaban y el gélido aroma de la insensibilidad abandonaba los pasillos de su palacio para escaparse por las ventanas hacia lugares más frescos. La primavera era imparable y las flores y el colorido estarían a partir de ahora a la orden del día.
Suspiró. El sábado estaría en contacto directo con esa naturaleza rebosante de vida, y por un lado estaba agradecido por poder desconectar de todo lo que la ciudad le transmitía, pero por otro sabía que aquel campamento se le haría muy cuesta arriba si no conseguía una razón por la que mereciera la pena regresar.
¿Algún evento especial? ¿Alguien especial? De momento nada de eso había, pero no perdía la esperanza. Le queda un día para encontrar algo por lo que volver.

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