martes, 15 de septiembre de 2009

Explosión ígnea

Llevaba rato notando algo raro.
Había algo dentro de él.
Pero, era extraño, llevaba tiempo sin sentirlo y casi no lo reconoció, pero, ¿podía ser posible?.
Lo recordaba, era cálido y agradable, y alrededor del frío glacial que se había instalado en su corazón, era fácil encontrarlo.
Poco a poco la calidez que emanaba se fué haciendo mayor y pudo arrullarse en ella.

-¿Que pretendes?-

Sonrió, notaba como el calor fluía por su cuerpo.
La estancia se fué derritiendo poco a poco; las paredes, bajo una gruesa capa de hielo, se fuéron resquebrajando, lentamente, diversas gotas transparentes se descolgaban delicadamente de los carámbanos que decoraban el techo.

-¿Que haces?¿Que demonios haces?- preguntó contemplando como poco a poco, la gélida fortaleza que había construido, caía de forma irremediable bajo el incesante fuego que emanaba el chico.
¿Fuego?
Fuego, asfixiante, naranja, caluroso,un llameante fuego rodeaba al muchacho que seguía sumido en aquel sentimiento recién encontrado, abandonado a su suerte, en la inmensidad del olvido.


Pero ya no, ahora brillaba con su propia fuerza, obligando al chico a levantarse, a luchar contra el invierno artificial que se arremolinaba alrededor de su corazón, negando lo evidente, negando que había sido vencido, una vez más por algo más fuerte que la soledad.

-No...puedes.....hacerme esto.....no ahora....-

Alzó los brazos y, en medio de la espiral de fuego gritó:

Y su grito se oyó alto, fuerte y abrasador, acabó por completo con las inquietudes, con los miedos y temores, y con la inseguridad, y una vez acabado con todo eso, se levantó y una vez más se asomó a la venana dispuesto a comerse el mundo, a vivir la vida, sin importar nada ni nadie.

Una nueva etapa de su vida comenzaba ahora y bajo la luz de la Luna, juró vivirla al máximo.

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