martes, 1 de septiembre de 2009

La chica de la fuente

Había mucha gente caminando por aquella calle esa tarde, a pesar del mal tiempo, cientos de personas iban de aquí a allá, entrando y saliendo de las tiendas, haciendo fotos, riendo, ,o paseando sin más.
El bullicio era considerable, asi que nadie se fijó en aquel chico que corría contracorriente.
Por una razón: la había encontrado.
No sabía muy bien a quien o a que exactamente, pero una extraña sensación le conducía a correr por esa calle, en esa dirección.
Había comenzado a correr, poco después de chocar con ella, al perderla de vista.
Al principio pensó que sería alguien normal y corriente, pero al poco de pasar, captó su olor:
Un olor salvaje, atrayente, indómito que despertaba en él un deseo profundo. Se paró en seco e inspiró con fuerza hasta que aquella maravillosa fragancia fué sustituida por el hedor de la ciudad.
Giró sobre si mismo para averiguar de donde procedía aquel aroma embriagador y fué entonces cuando reparó en la muchacha que bajaba la calle corriendo.
No se había parado a mirarla mucho, porque enseguida se perdió entre la multitud, pero lo poco que vió le pareció íncreible, asi que comenzó la carrera.
Con una agilidad y una precisión desconocidas en él, fué esquivando gente, recorriendo la calle a gran velocidad, pero no lograba alcanzarla, de echo, ni la veía de lejos, pero podía oler su perfume mágico, el cual decidió seguir.
La calle no duró mucho y desembocó en una enorme plaza, y allí la halló.
Estaba descalza, metida en una fuente admirando los chorros de agua que caían emitiendo un agradable sonido.
El chico se fué acercando para poder apreciarla mejor:
La chica se giró y le miró.
Su largo pelo oscuro estaba recogido en una larga coleta que caía por la espalda cubierta por una fina camisa que acababa en un vestido rojo que se perdía en el agua..
Sus ojos grises despedían una luz, que llegó directamente al alma del chico, ilúminandola, desterrando las tinieblas que se cernían alrededor de su corazón, instalando aquella luz purificadora.
El chico quiso decir algo, pero estaba totalmente mudo.
La muchacha sonreía alegremente mientras que con los brazos abiertos se aproximaba a él, pero algo la hizo parar en seco.
La lluvia había amainado y antes de que se dieran cuenta, el Sol brillaba con fuerza, alumbrando la fuente y a la chica, que parecía desvanecerse poco a poco.
Su expresión había cambiado completamente, parecía decepcionada, triste, se había parado, como resignándose a desaparecer, le lanzó una última mirada al chico, y éste comprendiendo que era la última, se metió en la fuente para abrazarla con fuerza y mantenerla a su lado para siempre, pero cuando llegó, la chica había desaparecido completamente dejando tras de si aquella maravillosa fragancia y un horrible sentimiento de pérdida.
No os sintais tristes, estos dos jóvenes se reúnen todas las noches en esa fuente donde se aman bajo la Luna, pero nunca bajo el Sol.

2 comentarios:

  1. pues es una bonita historia; difícil para ellos pero bonita.
    Porque al fin y al acabo a los espectadores siempre les gustan más las historias difíciles que las simples.

    ResponderEliminar