domingo, 5 de septiembre de 2010

Solo los borrachos y los niños dicen la verdad

Los cubitos de hielo del cubata de encima de la mesa, se derretían despacio bajo los tenues rayos de luz del amanecer.
Los vasos por el suelo, las migas de galletitas saladas, las numerosas botellas vacías y el sabor a alcohol de mi boca, eran señal de que había sido una noche espectacular.
Todo estaba en silencio, lo único que escuchaba eran las palabras de aquella carta que resonaban con fuerza en mi mente.
Levanté la vista del trozo de papel en dirección al sofá de al lado, donde dormías apaciblemente.
Esta noche, me he podido acercar mucho más a tí, y por fin hemos atado cabos sueltos dejando las cosas claras.
No se que abría podido pasar sino le hubieras dado la vuelta a mi verano por completo, haciendo que merezca la pena seguir sonriendo cada día y créeme cuando te digo, que yo estoy encantado de sonreir por ti cada mañana.
Como un día ambos escribimos, todas las historias comienzan, se desarrollan y acaban, pero los dos, por suerte, queremos que esta no termine nunca.

1 comentario:

  1. Cuando lei esto me quede con una sonrrisa y una lagrima de alegria. Creo que eres el unico con el que no soportaria de ninguna de las maneras perder la amistad. Ya estuvimos alejados una vez, y espero que no vuelva a pasar. Brindemos por nuestra amistad, y por que no acabe!

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