jueves, 3 de marzo de 2011

A la deriva...

"Sentado, desterrado, aislado de todo y de todos..."

-No es eso lo que deseas...- pensaba en voz alta, quizá para cerciorarse de la vericidad de aquellas palabras escritas en aquel trozo de papel...

"Permaneceré sentado..."

-No permitiré tanta pasividad por tu parte...-

"Porque así lo marcó el destino..."

-El destino no existe.

"Iré cayendo... poco a poco..."

-Antes de precipitarte, has de saltar...-

"Porque nada ni nadie me importa..."

-Eso no es cierto, yo te importaba.

"Poco a poco..."

- Cobarde, es más fácil huir.

"Hasta una temporada larga..."




-No quiero que te vayas.- Le extendió la mano.- Allá donde quieres ir, no puedo seguirte, nadie puede.

-¿Qué me espera si caigo?

-La Nada, allí solo está Nada.

Sus pies estaban al borde del abismo, pequeños fragmentos de roca se desprendieron bajo su peso. No corría viento, no había brisa, todo estaba muerto. Se giró para observarle, seguía allí, con la mano tendida, pidíendole con la mirada que se quedara, pero totalmente serio, inexpresivo, aguardando...y simplemente, se dejó caer.
No hubo ningún ruido, ningún lamento, solo el silbido del aire y la fugacidad de una mirada que se perdía en la inmensidad
-Sea así...- giró su cuerpo y se dispuso a desandar lo andado, al tiempo que la brecha que conducía a la Nada se cerraba por completo pero, ¿para siempre?
Sólo el tiempo lo dirá.

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